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Gatos Curiosos

jueves, 30 de abril de 2009




¡Qué ricos son!

Un Gato en Nuestro Hogar

sábado, 31 de enero de 2009

La naturaleza del gato es maravillosa!!

Cuando el gato aparece, nuestra casa se ilumina; sonreímos y aplaudimos todas sus gracias como si con un solo movimiento de bigotes hubiera hecho desaparecer todos nuestros problemas.

Al gato le ha costado mucho acercarse a los humanos, sin embargo, cuando lo ha hecho ha conseguido no sólo atravesar el umbral de nuestras casas, sino también el de nuestra intimidad. ¿Cómo? Mudo, pero a la vez radiante, asiste a nuestros conflictos con la vida cotidiana. Mientras solicitamos consejos que luego no seguiremos, él nos ofrece con humor los trucos de su "kit de supervivencia".

Con su compañía nos cura de la tristeza y el desánimo y nos enseña a aliviarnos de nuestras preocupaciones. Con él tenemos garantizado afecto, fortaleza, escucha, discreción y un ejemplo de saber vivir.

Este animal tan bello, no sólo nos seduce sino también nos magnetiza y millones de ellos se han colado en nuestros hogares siendo uno más de la familia.

La Pereza del Gato

En su naturaleza de gato, son las horas del atardecer, del crepúsculo y del alba las que marcan su actividad. Las horas en que las presas están tan cansadas o están ya tan hambrientas que se despistan. Fuera de estas horas está en reposo, se relaja. Justamente ese tiempo de reposo coincide con las horas humanas de actividad.

Este "perezoso" aparente, en nuestro entorno humano, como ya no caza para alimentarse y no teme a ningún depredador, su tiempo lunar no tiene fin. Está ocioso.

La pereza, formulada en lenguaje humano, nos lleva a la obsesión por acumular acciones realizadas por obligación, a la idea de trabajo sin aliento, como si fuéramos corredores de maratón.

Al envidiar a nuestro gato (ese ocioso y perezoso), nos comparamos con la pereza, la ociosidad, la no acción absoluta, con el permiso y la prohibición, es decir, con la moral ejercida en nuestro entorno cultural. La idea de pereza va ligada al rechazo de todo tipo de esfuerzo. Se trata de la interrupción de cualquier deseo de movimiento y no de una pausa. El mundo se detiene.

El gato, como nosotros, conoce por instinto los límites que no debe superar, es medio diurno medio nocturno, se activa a su manera y esto le fatiga. Se somete a una diferencia horaria constante y ¿qué hace?: Vaguea!!!